martes, 4 de agosto de 2009

La naturaleza

Hace ya algún tiempo, dando un paseo por la avenida de Castelao, me senté a descansar en un banco, al poco rato llegó un señor, ya mayor y se sentó a mi lado, me dio las buenas tardes, a lo que yo contesté de igual manera.
Pasado un rato me preguntó si vivía por allí, le dije que no en la avenida pero cerca

- No saben ustedes la suerte que tienen de vivir aquí -me dijo- Esto es una maravilla, tanto árbol, tanto jardín, esta zona es única. Yo no vivo aquí, estoy pasando unos días con mi hija y la verdad es que estoy encantado. No conozco mucho Vigo, pero en verdad no vi un barrio como este, con tanta vegetación para ser una zona de viviendas como es. Seguimos charlando y después de desearle una feliz estancia, seguí con mi paseo.

Voy dos veces por semana a la Calle Estrada y lo hago por la calle Villagarcía. A los pocos días de la conversación con este señor empecé a fijarme en los jardines de las torres, subiendo a la derecha (por cierto, muy bien cuidados) y empecé a ver, no a mirar, como hacía siempre, puedes mirar de rutina sin fijarte en lo que ves.

Ese día creo que los vi por primera vez, me quedé extasiada con lo que veía, las hortensias, de varios colores, matas de grandes margaritas blancas, rosales llenos de rosas, rojas, blancas, rosas; en cada esquina del jardín unas plantas grandes llenas de flores azules pequeñitas . El cesped salpicado de humildes y gráciles margaritas que como doncellas pudorosas cierran sus pétalos al anochecer para que la oscuridad no las mancille.

En fin, una delicia para los ojos y para el alma, pues las cosas bonitas te dan paz y también optimismo.

Pasado algún tiempo, las flores se fueron marchitando y un dia veo con tristeza como podaron todo, me pareció que me habían quitado algo mío, algo que de tanto verlo parecía parte de mi
Pasó el tiempo, llegó la primavera y un día veo con asombro y regocijo como a los árboles empezaban a brotarles unas incipientes ramas, a las hortensias empezaban a salirles las primeras hojas. Los rosales… las margaritas… las campanillas azules… Toda una orgía de verdes empezaba a despertar, que maravilla! eso era vida, vida que empezaba, vida que pronto darían sus frutos en formas y colores, para delicia para nuestros ojos.

Estamos otra vez en invierno, todo desolado y triste, pero con la esperanza de la primavera, yo sólo le pido a Dios que mis ojos, puedan ser testigos una vez mas del nacimiento maravilloso de esto tan lindo y sabio como es la naturaleza.

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