En la plaza de mi pueblo
Llena de palomas blancas,
Allí sentado en el suelo
Yo les daba las migajas.
Se las ofrecía en mi mano
Que ellas picoteaban,
Cuanta inocencia tenían
Aquellas manitas blancas.
Ya han pasado los años
Y hoy he vuelto a la plaza,
Ya no hay niños jugando,
Tampoco palomas blancas,
Entonces miro mis manos,
Están viejas y arrugadas,
Y lloro por aquel niño,
Aquel de las manos blancas,
Que les daba de comer,
De sus manos en la plaza.
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