jueves, 6 de agosto de 2009

La gaviota equilibrista

Hoy voy a pasar de mis recuerdos para contarles una anécdota que me sucedió el otro día y que después de vivida me parece graciosa.

Salí de mi casa para ir al médico a Coya, al salir de mi calle hay una plazoleta donde aparcan muchos coches. A los lados hay unas farolas de brazo curvo donde siempre hay gaviotas posadas, pues bien, en una de estas farolas estaba una gaviota, que debía de ser jovencita, que no sabía ni sujetarse bien. Me llamó la atención por los graznidos que emitía.
Entonces me paré a mirarla, estaba graciosísima, pues no se aguantaba de pie en el centro, resbalaba, se ponía bien y resbalaba para el otro lado, todo esto chillando, pero el colmo fue cuando se colocó en el brazo de la farola y a no poder sostenerse quedó colgada balanceándose boca abajo, aquello fue el remate pues si antes me reía ante aquella situación lo hice a carcajada limpia.

Al agachar la cabeza para ver la hora, preocupada pensé que no llegaba ya a la consulta, justo en ese momento noté caer sobre mi cabeza un chapapote, que me dejó helada. Me fui corriendo a mi casa, me metí en la ducha para quitarme aquella porquería, vi la hora y como mi médico es muy tranquilo (nunca tiene prisa) pensé que aún podía ir, sin turno claro. Pedí un taxi y me fui, no había gente en la sala así que llamé a la puerta y me mandó pasar, le pedí perdón por la tardanza y me dijo: ¿qué le pasó que la llamé dos veces y no estaba?
Entonces le conté lo que me había pasado, en ese momento entró la enfermera y escuchó el relato, empezaron los dos a reír, que el médico tuvo que dejar de hacer las recetas (que era a lo que yo iba). No sé si se reían de mi o de la gaviota, el caso fue que terminé también riendo con ellos a carcajada limpia. Hacía mucho tiempo que no me reía así, pasé luego una tarde relajada y feliz y pensé si sería de tanto reírme. Tengo oído hablar de los cursos de risoterapia, no sé lo que se hace en ellos pero pienso que deben de ser efectivos, así que en cuanto sepa de un curso me apuntaré a él.

Me siguen gustando las gaviotas, son muy bonitas y tienen un porte majestuoso pero desde ahora me pararé a mirarlas cuando paseen por el suelo y tampoco pararé debajo de una farola ¡por si las gaviotas….!

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